En un triste día lluvioso de finales de junio, Hayley Hardstaff, una bióloga marina de Cornwall, Inglaterra, realizó su paseo rutinario por la playa de Portpliegue. Lo que comenzó como una simple caminata se volvió extraordinaria cuando se topó con un dragón de plástico negro al que le faltaba la mandíbula superior. Para su sorpresa, se trataba de una pieza de Lego, no una pieza cualquiera, sino un resto de uno de los accidentes marítimos más curiosos de la historia.
En 1997, un accidente que involucró a un buque de carga y una ola rebelde provocó uno de los desastres ambientales más extraños de la historia: el Gran Derrame de Lego. Casi cinco millones de piezas de Lego, incluidos 33.427 dragones negros, se perdieron en el mar cuando el Tokyo Express, un carguero en ruta de Rotterdam a Nueva York, casi se hundió frente a la costa de Inglaterra. El incidente provocó la destrucción de 62 de sus contenedores de transporte, provocando uno de los mayores desastres medioambientales relacionados con los juguetes.
27 años después, la gente todavía encuentra estos pequeños artefactos de plástico en playas de toda Europa.
Tracy Williams, quien inició la página de Facebook “Lego Lost at Sea”, ha estado documentando estos hallazgos de Lego durante años. El hoyo incluía piezas de temática náutica como dragones, pulpos, algas, tanques de buceo y balsas salvavidas. Algunas piezas, como el dragón negro y el pulpo verde, se han convertido en hallazgos preciados para los bañistas.
El oceanógrafo Curtis Ebbesmeyer, conocido por rastrear el derrame de Friendly Flotis en 1992, señaló que las corrientes oceánicas pueden transportar desechos a lugares distantes, lo que dificulta rastrear el alcance de dicha contaminación. Aunque se han encontrado algunas piezas en Países Bajos, Francia y Bélgica, muchas se han perdido, posiblemente hundidas en el fondo del océano.
La curiosidad del señor Ebbesmeyer sobre el derrame de Cornwall lo llevó a investigar más a fondo. Se puso en contacto con Lego y recibió una lista del contenido del contenedor, incluidas muestras de las piezas. Al examinarlas en su bañera se revela que la mitad de las piezas se han ido flotando, lo que puede explicar por qué faltan tantas.
Desde entonces, han aparecido fragmentos esporádicamente, a menudo encontrados por pescadores que pescan con redes de arrastre en el fondo marino. Uno de los raros hallazgos, un tiburón Lego, fue capturado recientemente a 20 millas de la costa de Cornualles, lo que marcó el primer avistamiento de esta pieza en particular en 27 años. Según el relato de “Lego Lost at Sea”, otros 51.799 de estos tiburones aún están desaparecidos.
¡Captura del día!
¡Dios mío, nuestro primer tiburón LEGO del Gran Derrame de LEGO de 1997 acaba de ser sacado de las profundidades! Atrapado en una red de pesca y algo magullado y maltratado tras 27 años en el fondo del océano, este tiburón de Lego es uno de los 51.800 perdidos… pic.twitter.com/EFbuGU6NGU— Lego perdido en el mar (@LegoLostAndTheSea) 2 de agosto de 2024
El profesor Andrew Turner considera que el incidente es un estudio de caso interesante debido a la conciencia pública. A diferencia de la mayoría de los derrames de contenedores, el derrame del Gran Lego se hizo público y representa una pequeña fracción de la enorme contaminación plástica en el océano.
Turner dice que esto es sólo la “punta del iceberg” en lo que respecta a la contaminación plástica en el océano. Señaló la gran cantidad de plástico en el fondo del océano, gran parte del cual no se ha contabilizado y cuyos impactos potenciales aún se desconocen en gran medida.