Querida vanessa,
Cada año, la familia de mi esposo nos invita a pasar Navidad y siempre es la misma historia: ellos regresan, nosotros somos los anfitriones y, de alguna manera, pagamos la cuenta de todo. Desde el pavo hasta el champán, depende de nosotros.
No me importaría si fuera algo puntual o si se ofrecieran a contribuir, pero ya lleva años así. La suposición tácita es que como se supone que debemos tener más dinero, podemos tenerlo todo. Mi esposo insiste en que no podemos decepcionarlos y no quiero causar conflicto ni avergonzarlo, pero estoy empezando a acostumbrarme.
¿Cómo puedo hacer que este acuerdo parezca más justo sin lastimar a nadie ni poner a mi esposo en una posición incómoda?
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El elfo cansado.
Querida hada cansada,
Entiendo completamente por qué esta situación te hace sentir frustrado. No es sólo la presión financiera, es el peso emocional de sentir que te dan por sentado. Pero tenga la seguridad de que no está solo. Muchas personas consideran que la dinámica familiar durante las fiestas es un acto de equilibrio complicado.
Vanessa Stoykov, destacada educadora financiera
La clave aquí es abordar la situación con honestidad y amabilidad. Un excelente punto de partida es compartir gentilmente sus sentimientos con su esposo. El tiempo lo es todo: no espere hasta que llegue el calor de las vacaciones para hacerlo. En su lugar, elija un momento de tranquilidad antes de Navidad para explicar cómo le hace sentir esta tradición continua.
Plantéelo como un esfuerzo de equipo: ‘Me encanta que podamos acoger a su familia, pero estoy empezando a sentir la tensión financiera y emocional de hacerlo solo. ¿Cómo podemos hacer que parezca más equilibrado este año? Así, no se trata de culparle a él ni a su familia sino de encontrar una solución juntos.
Para su familia, la sutileza aquí puede hacer maravillas. En lugar de pedir donaciones financieras directamente, considere involucrarlos en la preparación. Podría sugerir una Navidad estilo comida compartida, donde todos traigan un plato o contribuyan de alguna otra manera. Por ejemplo: ‘¡Estamos muy emocionados de tenerte de regreso este año! Para hacerlo aún más especial, queremos llevarle a cada familia su comida navideña favorita”.
Si no se trata de comida, puedes pedirle a alguien que traiga adornos, juegos o incluso una botella de vino. Al darles un papel, estás cambiando la dinámica sin que nadie se sienta excluido.
Otra opción es ajustar sutilmente las expectativas. Ser anfitrión no siempre significa extravagancia. Este año, puedes simplificar la celebración u ofrecer una alternativa, como un picnic familiar en el parque o arreglos de hospedaje rotativos. A veces, las familias sólo necesitan un empujón para repensar viejos hábitos.
Por último, recuerda establecer límites. Está bien decir no o cambiar las tradiciones si ya no te sirven. Esto no te convierte en un mal anfitrión ni en un mal suegro; Esto te convierte en alguien que valora la justicia y el equilibrio en las relaciones.
Buena suerte para encontrar un punto medio que mantenga viva la magia de la Navidad, sin decepcionarte financiera o emocionalmente.
saludos cordiales,
Vanesa.
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