Estados Unidos tiene un sistema y un calendario electoral como ningún otro país. La nación vota en noviembre, pero el nuevo presidente toma posesión en enero. Si bien muchos países introducen nuevos líderes rápidamente, Estados Unidos adopta un enfoque más mesurado con un período de transición de 11 semanas. Aunque este período puede parecer largo, en realidad es menos de los cuatro meses que la Constitución permitía originalmente para la transferencia del poder de un presidente en ejercicio a su sucesor.

Contexto histórico

Las elecciones federales en Estados Unidos se celebran el primer martes de noviembre. Inicialmente, los estados tenían días electorales diferentes, pero en 1845, una ley estableció un día electoral uniforme en todo el país. En ese momento, Estados Unidos era predominantemente agrícola y los primeros días de noviembre resultaron favorables para los agricultores. La cosecha estaría completa, pero el tiempo era bueno para viajar. La fecha prevista para las elecciones ha sido cancelada. El domingo era universalmente reconocido como un día de culto para los cristianos devotos, mientras que el miércoles servía como día de mercado para que los agricultores vendieran sus productos. Además, llegar a los lugares de votación a menudo requiere viajes, incluso hasta un día para quienes viven en zonas rurales sin transporte moderno. Como el domingo y el miércoles no estaban disponibles, el lunes y el jueves también fueron excluidos como posibles días electorales. Por ello, el martes surgió como la opción más apropiada.

Menos de cuatro meses a tres meses.

Los desafíos enfrentados durante la Gran Depresión llevaron a los líderes a acelerar el proceso de juramento de los presidentes recién elegidos, acortando el largo período de cuatro meses a tres meses. Un “pato saliente” se refiere a un funcionario electo cuyo sucesor ya ha sido elegido, lo que lo deja políticamente vulnerable.

La Vigésima Enmienda, ratificada en 1933, trasladó oficialmente la fecha de inauguración al 20 de enero, mientras que las elecciones presidenciales continuaron hasta principios de noviembre.

Consideraciones logísticas

Una de las principales razones de esta brecha es la necesidad de un cambio continuo de capacidad. Después de las elecciones, el presidente electo y su partido necesitan tiempo para prepararse para gobernar. Esto incluye formar el gabinete, formular políticas y resolver problemas nacionales. El tiempo entre las elecciones y la toma de posesión permite a la administración entrante sentar las bases de su agenda.

El prolongado período de transición también puede atribuirse al sistema del Colegio Electoral, que nombra al presidente varias semanas después de una votación popular, a diferencia de un sistema parlamentario en el que el partido ganador asume el poder directamente. Si bien este retraso significa que los presidentes no pueden asumir el cargo de inmediato, el ganador tiene acceso a fondos de transición y puede recibir la información necesaria de la administración saliente para facilitar un traspaso de poder sin problemas.


Source link